lunes, 1 de junio de 2009

Domingueando

Ayer fue difícil. No sé bien por qué -maldita costumbre de querer saber siempre los por qué- estuve desde que me levanté hasta la noche sentada frente a la computadora pensando en todo y haciendo nada. Quiero decir: estaba sentada, lamentándome, sintiéndome sola y desdichada, pensando que no hago cosas interesantes, enojándome por la soledad y cosas así de aburridas y durmientes que ni vale la pena recordar.

A la nochecita, me pregunté cómo era que había llegado a la situación de ser una quejosa y pelotuda. Una persona que, desde el sillón, se queja del mundo que la rodea. En qué momento me olvidé que las cosas las tengo que hacer yo, que si no me muevo nadie va a levantarme, que si no me pongo las pilas todos mis días van a ser domingos deprimentes. ¿Y sabés qué? No tengo un carajo de ganas que todos mis días sean domingos deprimentes.

Por lo pronto, hoy me levanté pensando en hacer una lista de cosas que quiero hacer en esta semana. Supongo que la satisfacción de ir tachando los items a cumplir me va a motivar un poco.

Constancia

Nunca tuve. Espero alguna vez adquirirla.

La promesa: venir a escribir acá mas seguido.