miércoles, 31 de marzo de 2010

Soy mi vieja

Después de almorzar, doy una o dos vueltas a la manzana.

Salir con mis compañeros de taller es copadísimo porque, además de ser divertidos, son inteligentes y sabiondos, y yo tengo la secreta esperanza de contagiarme de ellos.

Casa Dorotea

Recién entré a Casa Dorotea y me emocioné. Hacía mucho que no pasaba por ahí, y de repente abro y veo fotitos en revistas, palabras como organización, terciarización, emprendimiento, feliz domingo, y sonrío, y se me llenan los ojos de lágrimas. No puedo negarlo ni puedo hacerme la otra. Cuando alguien a quien querés le salen las cosas bien, te emocionás, sentís la felicidad del otro.

Por esas cosas de la vida (o mas bien por las separaciones) hace mucho que no veo a Cynthia, la talentosa muchacha detrás del proyecto. Y a pesar de eso, y porque la conozco y la quiero, ver que le va tan lindo, y saber que se merece mucho mas, y que todo lo que merece va a llegar, me llena el alma de felicidá.
Cada vez que pronuncio mentalmente "cornudo/a" frente a alguien que se tropieza en la calle, es cuestión de diez o veinte metros tropezarme yo misma y mirar pensando que todos me están diciendo "cornuda".

lunes, 29 de marzo de 2010

Aunque la palabra correcta no creo que sea agrandada.
Estoy orgullosa de mi, eso estoy.

Lunes

No importa lo que pase el domingo, ni importa si la pasé bien o mal. Tampoco importa si dormí como un angelito o pasé una noche infernal, si tuve que levantarme al baño diez veces o si pude dormir de corrido desde las once hasta las nueve. No importa nada de eso, porque todos los lunes, apenas me levanto, lo único que pienso es "Los lunes son una garcha atómica".
¿Cómo hablar sin hablar? ¿Sin decir y sin contar? Estoy agrandada y quisiera gritárselo en la cara a unos cuantos. Agrandada por una pavada mayor, pero qué importa: para una persona con mis niveles de inseguridad, esto de agrandarse se da una vez por década. Pero cómo decirlo sin prenderme fuego. Cómo decirlo sin miedo a lo que pueda pasar. Cómo jugar a ser una minita anónima cuando la mayoría que me lee acá termina por conocerme. ¿Hasta dónde se puede contar? ¿Qué tejngo que callar? ¿Cuánto tengo que filtrar?

Las cosas claras, por favor

Tim Burton es Beetlejuice.
Alice in Wonderland son los padres.

sábado, 27 de marzo de 2010

"Paremos con la farsa, salí de la isla y sé mi novio", le dije a Hugo, en voz alta, apuntando al televisor.

Estoy perdida.

jueves, 25 de marzo de 2010

Práctico es el viejito que para el colectivo con el bastón.
Hay que lavarse los oídos y no escuchar "te extrañaba" cuando se dijo "extrañaba tu concha".

Hay que darle gas.

Génesis

Todo parte de lo siguiente: yo nunca pierdo chongos. Yo gano amigos.

Es jueves pero parece lunes, por eso se confundió y se depidió diciendo "que empieces bien la semana"

Me pregunta si estoy enojada y le digo que no, por qué habría de estarlo. Al rato le pregunto "¿por qué pensaste que estaba enojada?" y no sabe qué decirme. Me contesto y le contesto: "si pensaste que estaba enojada debe ser porque me hiciste algo malo". "No, si yo soy un santo". Se llama cola de paja, eso de preguntarle a alguien -porque sí- si está enojado con uno.
Nos entendemos y nos queremos a nuestra manera. Funcionamos porque tenemos las cosas claras. Me pide consejos. Le doy consejos. A veces siento que los que piden consejos no están, en realidad, pidiendo consejos, sino buscando la confirmación de que lo que eligieron (previamente) está bien. Están buscando un tilde, una aprobación. A veces me equivoco. Le digo "No lo hagas, no seas boludo, vas a quedar como un pelotudo y encima te va a salir mal. Es obvio que te va a salir mal. Esas cosas siempre salen mal". Dice que no puede prometer nada. Y está bien, me parece absolutamente sincero decirme "no puedo prometerte que no voy a hacerlo". Busco argumentos. Le explico y me río en su cara y le digo: "No seas minita despechada". Sigue sin poder prometerme nada.
"Por eso te quiero tanto" me dice cuando yo niego con la cabeza preguntándome para qué abrí la boca contándole del muchacho que me dijo que no. Y luego, continúa: "Porque no te podés guardar nada". Lo hago reir. Escucha las cosas que le cuento: el pibe que dejó a su mujer porque (guarda con esto) tenía los huevos hinchados y le dolían tanto que necesitaba acabar y por eso se cogía a cuanta mina apareciera por ahí. Me gusta hacerlo reir. Me gusta porque encontré tristeza en sus ojitos, y no me gusta que mis amigos estén tristes. No me gusta que sufran ni que estén perdidos. Ni que actúen como minitas despechadas. Lo escucho y le digo "sí, bueno, conchudísima, pero vos no podés hacer nada para cambiar eso". Después me quedo sin argumentos, por momentos hasta me hace dudar, pero no se lo digo, mantengo mi: "No-lo-ha-gas". Porque el "no lo hagas" es, justamente, lo que tiene que hacer.

Nos entendemos y nos queremos a nuestra manera. Le cuento secretos y cosas que hice y me avergüenzan. Me cuenta secretos y cosas que hizo y lo avergüenzan. Sabe que cuando lo trato mal lo hago para demostrarle cariño, sé que cuando me pide un consejo realmente me está escuchando. Sé que en el fondo es débil. Sabe de movida que soy débil. Sabe levantarme el ego y decirme "no puede ser que te haya dicho que no, mirá lo que sos", sé bajarlo de un hondazo y decirle "estás actuando como un pendejo de quince".

Hace un tiempo me dijeron: "por amor propio no deberías dejar que te cuente esas cosas". Me sentí juzgada. Trato de no juzgar a nadie, no soy quién para decir ésto está bien y ésto está mal. Hago lo que puedo. Los demás hacen lo que pueden. Cuando me siento juzgada me enojo, ahí sí me enojo. Cuando me dijeron eso me enfurecí. Y me callé la boca, me alejé, hice silencio. Si hubiera pasado hoy, si hoy me hubieran dicho "por amor propio no deberías dejar que te cuente esas cosas" no hubiera hecho silencio, hubiera dicho que justamente se trata de amor, propio y ajeno. Se trata, simplemente, de un amigo, que necesita a una amiga, que quiere hablar, que necesita que lo escuchen, que quiere escuchar palabras lindas, que necesita ser querido, que está pidiendo un poquito de amor.

Y justo yo estoy ahí, que soy buena amiga y además sé dar amor.
Nada más che. No es complicado.
Che, hay demasiada gente que gusta de la novelita y el quilombito y el dramita en la vida diaria.

No hay que jugar a Montaña Rusa.
Montaña Rusa era de mentira.

viernes, 19 de marzo de 2010

Sos tan pero tan pero tan descartable que ni siquiera vale la pena invertir tiempo en usarte.

jueves, 18 de marzo de 2010

En Medrano y otra

En la esquina de Medrano y otra que no sé cómo se llama pero es a dos de Córdoba, vive una señora flaquita que veo cada vez que paso con el 151. Siempre la encuentro hablando con alguien que ninguno de nosotros puede ver.

Say no more

Como buena tilinga de clase media (pelotuda), la aparición de la palabra "gratis" me ilumina los ojos. O sea: cuando existe acceso a algo pago de manera gratuita, me emociono hasta las lágrimas. Sin embargo, cuando mi amiga Andy me llamó diciendo que había entradas "gratis" para el recital de Charly, dudé. Y en esa duda estaba escondido mi peor temor: soy una vieja chota. Y además de ser una vieja chota, llovía a cántaros. Y además de ser una vieja chota y de estar lloviendo a cántaros, había prometido no ver nunca a ese que ya no era el músico que yo conocía, a ese que se movía lento y que parecía una marioneta cuyos hilos eran manejados nada mas y nada menos que por el señor Ramón "Palito" Ortega. Pero la reiteración de la palabra "gratis" en el persuasivo discurso de mi amiga, hicieron que finalmente dijera, muy a regañadientes, con un desgano pocas veces visto "bueno, dale, vamos".

La primera vez que vi a Charly fue en 1995 o 1996, en la presentación de Say No More. Aquella vez, el recital duró diez minutos, nos devolvieron la plata de las entradas a todos, salimos del lugar, Charly pasó por al lado mio, comprobé que mide casi dos metros, y listo. Taza taza. La última vez que lo vi, en cambio, fue en el Luna Park, no recuerdo si presentaba algo en particular, pero fue alrededor del 2004. Fui con mi amiga Natalia, y esa fue una de las últimas veces que nos vimos. En aquel recital (y en todos los que transcurrieron desde la primera vez), durante el show se terminaba la vida útil de varios instrumentos, había que rogar para que no se suspendiera luego de dos o tres temas, había que aguantar zapadas eternas que no iban para ningún lado, y había que tolerar parvas de insultos provenientes del músico venido a menos hacia un público que, a pesar de todo, seguía queriéndolo y aplaudiéndolo.

Ayer fui con todo mi cinismo a flor de piel. Me vestí como si fuera a un bar, porque ya no estoy para amontonamientos ni mucho menos pogos, y le di paso a la parte mas conchuda de mi personalidad. Apenas llegué al recinto, empecé a con eso de "el rock ha muerto" mientras veía que mi supuesta elegancia era nada al lado de las mujeres en musculosas con lentejuelas y los hombres de traje. "El rock ha muerto" repetí varias veces para mi, mientras esperaba que la tardona de Andy llegara de una vez. Y en eso estaba, pensando de qué manera me burlaría de la marioneta que vería un rato mas tarde sobre el escenario, cuando la veo a ella: mi amiga Natalia, la misma con la que había visto a Charly por última vez, la misma que no veía hace un par de años. Y volví a dudar.

Cuando entramos seguí pensando maldades. En parte estaba tratando de prepararme para ver un show pésimo que iba a ser lento, aburrido y angustiante. Estaba preparándome para cenar las sobras recalentadas de la comida de ayer. Y nada me decía lo contrario: el telón cerrado era una tela blanca que de un extremo estaba a punto de caerse, y sobre la tela blanca una proyección de un telón de terciopelo rojo: cache total. La gente estaba relajada por demás y por los parlantes el único mensaje que se oía era: "Se les informa que queda terminantemente prohibido fumar en el establecimiento". Me prendí un cigarrillo después de la hamburguesa que me devolvió parte de la vida que había perdido durante un día complicado, y esperé. Supuse que la pasaría mal. Rogué que se suspendiera y nada me obligara a ver a Charly convertido en una señora mayor. Rogué desmayarme al comienzo del show como la última vez que pisé el Luna Park, en el 2006. Me imaginé en pantuflas en mi casa y lo disfruté. Pero nada de eso sucedió. En cambio, se apagaron las luces, y hubo un juego de luces que me hicieron pensar que todo iba a ser mucho peor de lo que imaginaba. Hasta que se levantaron las telas blancas, aparecieron los instrumentos tapados, se destaparon, aparecieron los músicos con un traje de tela blanca que no sé por qué me hizo recordar al robot del Mago de Oz, y aparecieron unos acordes que como varita mágica transformaron lo que pensé el peor infierno que iba a vivir en mucho tiempo en una noche maravillosa. Empezó a sonar "Demoliendo hoteles" y tuve (tuve) que dejar de lado mis prejuicios de burguesita pelotuda que toca de oído y mira por televisión al monigote que no es monigote.

Fue impecable. Sonó excelente. Estaban todos de buen humor. El toque festivo, sobre el escenario, lo daba Hilda, con su camisa plateada y corbata roja, que no paraba de bailar y saltar y tocar la pandereta. ¿Charly está lento? Sí, está mas lento de la última vez que lo vi. Tiene una panza que nunca le había visto y la piel de sus brazos es color piel y no color aerosol dorado. ¿Charly es una marioneta, un monigote? No. De ninguna manera. Charly se para frente a los seis músicos que lo acompañan y actúa como un director de orquesta del carajo. Mueve los dedos y hace marcaciones musicales. Marca el ritmo y señala quién tiene que tocar. Se sienta en el piano y no toca: hace magia. Bromea. Me encanta la gente que bromea sobre sí misma, que está tan mas allá de todo que puede decir cualquier cosa sobre si mismo sin ponerse colorado. En uno de los primeros temas esbozó un "habla del faso". Pidió luces sobre el estadio y nos miró a todos. Dijo "Está bueno eh, ustedes están todos bien, todos menos yo". Cantó y bailó y en ningún momento hubo peligro de suspensión del show. El único instrumento que revoleó fue la pandereta de Hilda, que mirando al que la había atajado, le pidió por favor que se la devolviese. Tocó un tema nuevo y, mientras abría la partitura, confesó que no sabía bien la letra. Promediando el tema, la tiró al piso y cantó. Hizo chistes sobre los presentes: "Acá son todos chetos, ¿no?. Nadie del pueblo debe estar acá".

No pude caretearla. Tuve que cantar y bailar y emocionarme con algunos temas que me recuerdan a mi infancia. El momento ñoño de la noche fue un mensaje de texto que le envié a mi hermano, en el que le agradecía por haberme hecho conocer a Charly cuando tenía cinco años. El cierre fue perfecto: Pedro Aznar en el escenario. Cuando terminó todo, practicamente nos echaron del lugar. Me fui a casa pensando justamente en todo esto: cuántos de nosotros habremos dicho que Charly era las ruinas de lo que había sido alguna vez, cuántos de nosotros nos habremos reido de su recuperación y de su panza, cuántos habremos dicho que por qué no se muere de una vez. Me fui pensando que tenía que meterme en el orto todas las burradas que había dicho desde la comodidad de mi hogar, mirándolo en la televisión. Me fui pensando cuántas veces mas me habré equivocado de semejante manera. Ayer no hubo marioneta, ni ruinas ni comida recalentada. Ayer hubo rock. Y yo estuve ahí.

Ayer pensé que me había hecho el día cuando me desafilié (en fakebook) del grupo: No a la pena de muerte, y me hice fan de "Señoras que se peinan como David Lynch".

Pero un rato mas tarde, cuando encontré "Modernos que se peinan como señoras que se peinan como David Lynch", supe que la boludez nuestra de cada día, es infinita. Asi que me hice fan, y me puse contenta.

Y al ritmo de "Ahora sé que me siento mucho mas fuerte sin tu amor" exploté y supe que tenía que meterme bien en el fondo todas las burradas que había dicho sobre el monigote que no es ningún monigote y sobre el rock que creía muerto pero está mas vivo que nunca.

martes, 16 de marzo de 2010

A pesar de todo


Me compré una ristra de banderines que no-te-lo-pue-do-cre-er para que mi casa, que es la mas linda del condado, sea una fiesta permanente.

Son de la genia de Lou.

En la estación Callao

Un señor vestía traje cremita y camisa color salmón.

Dijo mi madre el sábado

¿Por qué no te buscás un novio que te mantenga?

Otoño

Estos últimos fueron días de reflexión. De silencios. La llegada del otoño es peligrosa. En otoño conocí a mis dos grandes amores. Este otoño me encuentra sola, completamente sola, abrazada a la almohada y mirando televisión sin poder comentarla con nadie. El sol de otoño que calienta a pesar del viento me enamora. En otoño hay que alejarse de mi, siempre me deterioro un poco: asi como a los árboles se les caen las hojas a mi se me cae el pelo. En otoño se me resquebrajan los labios. En otoño siempre tengo ojeras, me resfrío y ando despeinada. En otoño me apago, y apagada bajo las barreras: soy propensa al amor, y lloro por cualquier cosa. El otoño me vuelve peligrosa. En otoño me enamoro, y enamoro,  en otoño me abandonan, en otoño abandono.

La angustia llega, se instala y se roba mi apetito.

viernes, 12 de marzo de 2010

El avistaje de la casa tomada es mucho mejor que cualquiera de Lynch

Ayer por la noche, las cosas se pusieron mas que interesantes en la casa tomada. Primero, nuevos integrantes: una familia de cinco, que llegó con gran cantidad de bolsos, bolsas y chirimbolos. El chirimbolo mas llamativo era un carrito de bebé en cuya manija había enganchada una tabla de inodoro. Guarda la tosca: el surrealismo ha llegado a Almagro.
En segundo lugar, un episodio de borrachos melancólicos, que se abrazaban y se decían que se querían. El mas borracho (que no llegaba siquiera a mi edad) le insistía al menos borracho (que me doblaba en edad) para que se quedara a tomar unos "tubos" mas. El menos borracho le decía que no, no y no, porque al día siguiente (hoy) tenía que trabajar. "Yo te entiendo cuando vos no te quedás conmigo" decía el menos borracho apelando a la comprensión amistosa de su amigo el mas borracho. El mas borracho, que no entendía y seguía a los abrazos -"quedate, quedate"- se empacó de manera tal que, bueno, el menos borracho, se quedó. Los perdí de vista cuando se trasladaron al kiosco de la esquina, al que veo si asomo la mitad de mi cuerpo por la ventana. Y soy torpe: no conviene que asome medio cuerpo.
En tercer lugar, EL episodio de la noche: llegó en moto el muchacho de musculosa negra, bermudas de jean (atenti a esto) por debajo de las rodillas, soquetes blancos y zapatillas. Golpeó la puerta y esperó. Salió ella, una señora de forma redondeada y toda vestida de rosa chicle: parecía un globo bubaloo. Diascutieron. unca supe el motivo, pero discutieron y alzaron la voz y ella casi se larga a llorar. En un rapto de dignidad se metió de nuevo a la casa, antes de derramar lágrimas por quien seguramente no las merecía. Pero, ojota, la historia no terminó en eso. Algunos minutos mas tarde, mientras el motoquero de musculosa le pasaba un trapo a su vehículo, salió ella, de nuevo, seguía vestida de rosa, le entregó una flauta dulce y se tomó el buque. Él se subió a la moto, y ahí comprendió: no sabía dónde carajo meter la flauta. Probó en la mano derecha, luego en la izquierda. Cuando la tuvo en la izquierda hizo girar varias veces el manubrio de la motocicleta, y notó que estaría incómodo manejando con el instrumento en la mano. Entonces, ¡zas!, se le prendió la lamparita: se colocó la flauta en la parte trasera, entre las nalgas y el pantalón, arrancó la moto, y se fue.

No way, Popey.

Una de las glorias cotidianas mas grandes del universo es despertarse sobresaltado pensando que se está por llegar tarde a algún lugar, mirar el despertador y darse cuenta que todavía quedan dos o tres horas mas de fiesta durmiente.

miércoles, 10 de marzo de 2010

No te confundas corazón: yo no soy la segunda opción de nadie.

Hoy me calzo el vestidito, los zapatos y me voy a pasear.
Igual bien, re copante la visita de mi madre: tomamos mate con café y edulcorante, porque era su cumpleaños y había que darle los gustos, aunque esos fueran sus gustos. Comimos galletitas de chocolate y nos pasamos crema con olor a pomelo por las manos muchas veces y repetimos "qué rrrrrrrico". Cocinamos fideos con manteca y huevos fritos porque es su comida preferida. Chequeamos si había mensajes en el contestador de su casa diez veces y sí, las diez veces "su casilla está llena". Se puso contenta. Me contó en qué andaba cada uno de los que la había llamado. Le presté un shorcito mio para dormir. Miramos televisión y comentamos lo gorda que está una y lo tonta que es la otra. Hoy a la mañana me despertó ella, me había preparado el desayuno. Y mientras desayunábamos, me dijo "Ya estás acostumbrada a estar sola, ¿no?". "Sí" le dije, con tono seguro. Y no, no estaba mintiendo.

Hoy lloré ira

Tiene razón, mamá, cuando dice que lloro haciéndome responsable por cosas que no corresponden. Hoy lloré. Debo confesarlo. En el baño de la productora, sola, durante cinco minutos. No lloré problemas, ni soledad ni dolor de ovarios. Lloré para no matar. Lloré porque mi clienta de hoy no me entendía. Y no se hacía entender. Porque estaba empeñada en echarme la culpa por un error que no era mio. Me defendí, cuanto pude, pero no fue suficiente. "Vos lo hiciste mal" me repitió, y yo empecé por dentro, a llorar angustia. Y seguí defendiéndome, pero no bastó. "Te equivocaste" me volvió a decir, y yo empecé a llorar dudas. ¿Me había equivocado yo? No. Me paré derecha, suspiré profundo y le dije no no y no: esta vez, no es mi culpa. Se calló. Al rato siguió. Hasta que dijo "yo creo que" y se quedó ahí, en pausa, suspendida, durante dos minutos eternos en los que no dijo ni media palabra. Y yo, que estaba harta de su actitud, su mal aliento, su creerse que es algo que claramente no es, su permamente echada en cara de errores que no eran mios, sus silencios inentendibles y su irritante incapacidad para decir "me equivoqué", le pedí permiso, y caminé rápido por el pasillo, me encerré en el baño, y lloré. Hoy lloré ira. Cinco minutos de ira incontrolable transformada en las lágrimas mas gordas y los sollozos mas ridículos. Cuando volví a sentarme frente a la computadora, ya no tenía tantas ganas de matar, asi que sonreí, y empecé a editar.

Nuestras conversaciones tambalean entre lo dicho y el incómodo silencio antes de cambiar de conversación

Mamá: ...y papá lloraba ese día: se había hundido el dique y el lloraba conmigo por teléfono y yo trataba de consolarlo. ¿Sabés qué difícil es consolar a una persona que está lejos? El lloraba y yo trataba de tranquilizarlo, el lloraba y yo tratataba de tranquilizarlo...

Yo: ¿Pero había sido su culpa?

Mamá:No, pero vos tenés que entenderlo porque vos y tu papá son iguales. Ustedes lloran cuando sale algo mal aunque no haya sido culpa de ustedes. Se sienten responsables por todo.

Yo: ...

Mamá: ...

Yo: ¿Sabés hacer yogurt?

Mamá: Sabía. Yo sabía hacer de todo. Vos todavía ni habías nacido. Pero tus hermanos eran chiquitos y yo trabajaba diez horas por día y llegaba a casa y me ponía a hacer yogurt y ricota. Y después les encajaba eso en cualquier comida. Porque papá traía del astillero... en esa época lo que pasaba era que corríamos la coneja, ent...

Yo: ¿Qué hacían?

Mamá: No te rías, "corríamos la coneja".

Yo: "éramos tan pobres"

Mamá: Qué boluda sos. Ricota sí hacía. Pero no me acuerdo. Un día, tu hermana era chica, tendría cuatro o cinco años. Había un cumpleaños en el jardín y todos tenían que llevar algo, entocnes hice una tarta de ricota. En pleno festejo, después me contó tu hermana, una de las nenas comió un pedacito y dijo con cara de asco "¿¿qué es esto??", porque yo le había puesto pasas de uva y no le gustarían. Y tu hermana se quedó calladita, porque le dio vergüenza. Al rato, la maestra preguntó quién había hecho semejante y exquisita tarta de ricota. "Y ahí yo salté y le dije que mi mamá" me contó después tu hermana. Imaginatela. Una piojita, toda orgullosa de su madre. Estaría inflada de alegría.

Yo: ...

Mamá: ...

Yo: ¿La conocés a Amalia Granata?

Mamá: No mucho: lo único que sé es que es una chupa porongas.

*


martes, 9 de marzo de 2010

Hoy a la mañana

Dejé de fumar.

Hace un rato retomé.

Deje su mensaje después de la señal

¡Piiiip!

Hola, qué hacés. Quería pedirte un favorcito: plis, nunca jamás en tu vida le digas a nadie que vos y yo estuvimos juntos alguna vez. No quiero que nadie se entere lo débil que fui aquella vez, cuando caí esa trampa obvia, pelotuda y predecible que repetís con todas. Gracias miles, y besos.

LA idea de la semana fue decirle a mi madre: "Mamá, ya que el martes es tu cumple y vas a estar mas sola que Nik el día del amigo, ¿por qué no te venís a casa, vamos a comprar tu regalo, después te cocino algo rico, vemos una peli divertida y te quedás a dormir?."

En qué momento. Explicame en qué momento tuve el desequilibrio mental necesario para realizar semejante propuesta.

Por qué.

Qué necesidad.

lunes, 8 de marzo de 2010

sábado, 6 de marzo de 2010

Basta de trabajo

Necesito un fin de semana de ocio total.

El militante glamoroso

El chico de alpargatas y bermudas, llevaba un equipo de mate de cuero con la carita del Che grabada, y charlaba sobre el PC con su compañera militante. Volvían de Puan. En determinado momento, se levanta del asiento, y se pone un par de anteojos Ray Ban, los Wayfarer, y toda su militancia tercermundista y su espíritu latinoamericanista se va bien al ocote.

viernes, 5 de marzo de 2010

He´s just not that into you

1.
No, para mi no entendió. Volvé a intentar.

2.
Es un boludo. Probá de nuevo.

3.
¿Me estás jodiendo? Decíselo de otra manera.

4.
Pensó que era un chiste. Seguro. La próxima aclará que estás hablando en serio.

Y así, una vez mas, en el universo de las minitas, el "tal vez no está interesado en vos", la posibilidad de que *verdaderamente* no le gustes, se vuelve imposible, invisible, ausente, innombrable.

Amenaza

A vos, chiquito, animalito inmundo, especimen de cabotaje, tarado mental que dejaste plantada a mi amiga, te digo: ojalá nunca te aparezcas en mi camino. Ojalá.

Pará. Frená un chiquito, y decime

Vos, ¿sos o te hacés?

jueves, 4 de marzo de 2010

Querida minita

No te preocupes. Todas pasamos por lo mismo. Todas nos dimos la cabeza contra la misma pared varias veces hasta que encontramos que al costado había una puerta para pasar sin terminar toda rota. A veces pasa. Y todo pasa. No te persigas: si está con vos, es porque te quiere a vos. Si te histeriquea, mandalo a la mierda. No intentes cambiar a nadie. No esperes que hagan cosas por vos. Las van a hacer solamente si quieren, no porque vos las pidas ni las esperes. Cuando estés mal, no digas que no te pasa nada. Decile, lo mas claramente posible, qué es lo que ocurre. Cuál es el problema. No te cierres. Nadie puede leer tus pensamientos. No seas enroscada. No inventes problemas ni te vuelvas loca de ira cuando las cosas no se hacen como vos querías que se hicieran aunque nunca hayas especificado cuáles eran tus deseos. Esto último es: no seas una hinchapelotas. No te sientas mal si te cortan el rostro. También nos pasó a todas, y nos va a seguir pasando. No seas histérica. No digas que sí cuando no y no cuando sí. No especules. No hagas lo que esperan que hagas: hacé lo que se te da la gana. No mires a la ex de tu actual o a la actual de tu ex demasiado tiempo: al principio vas a pensar “qué bicho canasto, yo soy mucho mejor”, pero con el tiempo vas a empezar a encontrarle virtudes a la imagen, y cuando no las encuentres las vas a fabricar. Vas a terminar rota, te lo dio por experiencia. No seas ansiosa. No te pongas nerviosa. Si no te quiere como sos, no sirve. Si tenés que jugar un personaje para estar con él, no vale la pena: estás perdiendo el tiempo. No busques excusas: si no te llamó es, lisa y llanamente, porque no quería llamarte. Miralo a los ojos. Fijate si te miente. Si te miente mirándote a los ojos, huí.

Hay que hacer poesía con la basura.

Tarde, tardísimo, como que es una noticia de hace seis años

Si querés ver una película sobre el desamor, una buena película sobre el desamor, en vez de empernarte con "500 days of Summer", andá y mirate "El amor (primera parte)" Es im-pe-ca-ble. Después contame qué te pareció. Y si ya la viste, contame si te gustó.


Pasada de revoluciones

Esta semana no camino. Corro y me tropiezo. A la noche, me acuesto empiyamada y perfumada y no puedo dormirme. Me despierto en la mitad de la noche pensando, atenti a esto, en lo que tengo que hacer al día siguiente para llegar con todo. Aparentemente no estoy cansada. Cuando finalmente logro dormirme, es tal la profundidad de mi sueño que a la mañana, haga lo que haga, me quedo dormida: hoy, sin ir mas lejos, puse el despertador en la otra punta de la casa, para obligarme a pararme y apagarlo y ya. Bueno, no. Sonó el despertador, lo escuché, me levanté, lo apagué, dije en voz alta "que se vayan a la concha de la lora" y seguí durmiendo. En el trabajo es todo un quilombo. Se me rompen las cosas, me confundo los nombres, me equivoco de secuencias. Subtitulo escenas que ya fueron eliminadas y comprimo un dvd con la primer versión de la película. No era un dvd para cualquiera. Era importante. Hoy llegué y me esperaba mi jefa. Me dijo "está mal el dvd". No atiné siquiera a discutirle: cuando estoy pasada de revoluciones funciono mal. Y lo bien que hice en no discutirle: tenía razón. Todos pueden equivocarse, incluso yo, pero no con esto. Casi les hago perder varios miles de dólares. No es una pequeña equivocación. Es un mocazo de la concha de la lora. Estoy pasada de revoluciones. Tengo unas ojeras que llegan al piso y me cuesta pensar. No entiendo los chistes y me paso de la parada del colectivo todos los días. Estoy pasada, pasadísima. Todavía no me tomé vacaciones y no creo que vaya a hacerlo hasta mitad de año. Me da un pajor terrible tomarme dos semanas de vacaciones para quedarme sola en mi casa. Estoy pasada, de verdad. No quiero estar mas delante de una computadora. No quiero que todas las responsabilidades del área sean mias y solo mias. No quiero ni puedo ni tengo fuerzas para hacerme cargo de los problemas ajenos, porque apenas puedo con los mios. Estoy pasada, de revoluciones, voy a mil por hora y lo único que hago es retroceder.

Vayan, vean, comenten, recomienden


"Rosa Patria"
un documental de Santiago Loza
sobre Nestor Perlongher

Durante todo marzo, en el MALBA
Jueves 20:30 hs
Viernes 18:00 hs

martes, 2 de marzo de 2010

Porque no sé si es amor.

Hay que buscar la felicidad

Hay que alejarse por un rato del aceite de oliva y el mix de pimienta y regresar al glorioso fideo con manteca.

Imaginate

Imaginate que tuviste que trabajar sábado y domingo. Imaginate que llegás el lunes y el trabajo no está terminado. Imaginate que ponés todo tu empeño, tiempo y dedicación en terminarlo. Imaginate que el martes está terminándose. Imaginate que el martes, a las dos de la tarde, se corta la luz. Imaginate que vuelve a las tres. Imaginate que cuando vuelve la luz, te das cuenta que perdiste todo el trabajo. Imaginate cómo estoy. Eso último que te imaginaste, multiplicalo por mil.